Raúl Molina, ex viceministro de Gobernanza Territorial, es coautor del libro Desarrollo territorial y minería, y en la reciente edición de Jueves Minero organizado por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), explicó que diferentes estamentos del gobierno —nacional, regional y local— con operaciones mineras presentes en sus área recibieron más de S/ 65,000 millones en los últimos 20 años.
A pesar de ese inmenso ingreso a sus arcas, señaló Molina, la calidad de vida de los ciudadanos ha mejorado poco o nada. Si se compara el desarrollo de un distrito minero, con uno que no lo es, los indicadores no señalan un crecimiento directamente proporcional a la cantidad de dinero que se recibió, remachó Molina.
“Frente a esa constatación nos dimos cuenta de que poner dinero no es la solución. No está mostrando ser la solución y ahí es donde comienza a aparecer la noción de desarrollo territorial”, sostuvo.
El desarrollo territorial se basa en las propias potencialidades de las regiones. Pero el desarrollo no solo debe provenir sólo de la minería, sino también de la agricultura, ganadería, servicios, comercio, transporte, turismo y más.
“Para generar desarrollo territorial, se necesita construir gobernanza territorial y esto es construir las capacidades del propio territorio de hacerse cargo de sus procesos de desarrollo”, señaló Molina.
El experto, sin embargo, resaltó que la desconfianza y cohesión social es enorme en estas regiones, y este se convierte en una barrera contra procesos de colaboración.
“El desarrollo no va a venir del Gobierno Nacional, el desarrollo no va a venir de la empresa privada que se asienta en el territorio, la empresa privada pasa a ser un aliado de esos procesos, no un vecino, un aliado, es mucho más fuerte que eso”, añadió.
Ahora bien, subrayó que el sector privado juega un rol clave como catalizar, como un promotor de procesos. “No para sustituir las capacidades locales, sino para desencadenarlas y ayudar”, acotó.