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Semana Arpel-Naturgas: riqueza de los recursos energéticos de América Latina plantea grandes oportunidades para una transición justa

La IEA considera que el petróleo y el carbón tendrán un pico de demanda alrededor de 2030 para después comenzar a descender, impulsado por las diferentes fuentes alternativas.

Un consenso regional va tomando forma respecto a la transición energética en América Latina y el Caribe: es un desafío mayor que amerita analizarlo desde diferentes perspectivas, con pragmatismo, neutralidad tecnológica y que tome en cuenta la realidad de cada país.

“Que se respete a cada país de nuestra región su derecho a elegir su propio rumbo y ritmo de transición, en función de su punto de partida en cuanto a matriz energética y desarrollo socioeconómico”, planteó Carlos Garibaldi, secretario ejecutivo de la Asociación de Empresas de Petróleo, Gas y Energía Renovable de América Latina y el Caribe (Arpel), en la inauguración de la Semana Arpel-Naturgas, que inició hoy y se extenderá hasta el 12 de abril en Cartagena de Indias, Colombia.

La primera jornada fue de amplio análisis enfocado en encontrar respuestas de cómo la región va a encaminar el proceso de transición energética, en un contexto donde el 34% de los hogares aún utilizan leña o carbón.

“Alcanzar la transición no supone poner en riesgo la seguridad energética”, dijo Alejandro Stipanicic, presidente del directorio de Arpel, quien recomendó “no tomar recetas que vienen de otros lados”, y que se deben utilizar todos los recursos disponibles con modelos flexibles y adaptables.

La discusión sobre la transición energética aún está en proceso de maduración en la región latinoamericana y del Caribe, empujada principalmente por las disposiciones del Acuerdo de París y los avances tecnológicos.

Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgas, reflexionó acerca del reto que significa para la región el avanzar en el propósito. “Juntos podemos lograr una verdadera transición energética justa”, aseguró, a tiempo de recomendar la necesidad de que “América Latina necesita ser constante para asegurar una transición que llegue a los hogares”.

“Hagamos una transición energética a la latinoamericana”, complementó Frank Pearl, presidente ejecutivo de la ACP, al apuntar que este proceso no es solamente energético, sino también económico y social.

“Cada país tiene una historia única, recursos y oportunidades y un mix energético diferente”, analizó Rebecca Gaghen, jefa de División para Europa, Medio Oriente, África y América Latina de la International Energy Agency (IEA), en una presentación magistral en la que planteó que “la producción de petróleo seguirá creciendo en la región” con Guyana y Brasil a la cabeza, en un continente que representa sólo el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, la transición energética en América Latina enfrenta muchos desafíos, que también ocurren en otras regiones del planeta, sostuvo la especialista durante su exposición, en la que, entre otras cosas, planteó que “el mundo todavía enfrenta graves vulnerabilidades en materia de seguridad energética, pero también tiene más herramientas que nunca para cambiar las perspectivas de la energía global”.

En ese sentido, la IEA considera que el petróleo y el carbón tendrán un pico de demanda alrededor de 2030 para después comenzar a descender, impulsado por las diferentes fuentes alternativas.

“El enorme auge de tecnologías de energía limpia, como los vehículos eléctricos y la energía solar fotovoltaica, combinado con un reequilibrio de la economía de China hacia un modelo de desarrollo más limpio, cambia la trayectoria del sistema energético mundial”, aseguró.

En una visión optimista sobre las perspectivas regionales, dijo que el desarrollo de las energías renovables en América Latina y el Caribe ha reducido la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles y “ha fortalecido la seguridad energética, y la región ahora está bien posicionada para prosperar a medida que el mundo avanza hacia una era de energía limpia”.

En ese marco, expresó que la transición energética para América Latina y el Caribe representan sobre todo una oportunidad para contar con energía limpia, incluyente y asequible, y así también, la posibilidad de generación de 1 millón de empleos y contribuir a la economía formal.

En el evento se habló sobre las perspectivas respecto a las transiciones energéticas justas en la región y de la necesidad de combatir el cambio climático, cerrar las brechas de pobreza energética y de desigualdad social.

“Nuestra región posee una combinación energética única, con oportunidades significativas en el ámbito del gas natural y las energías renovables”, planteó Raquel Campos, gerente de Descarbonización de Petrobras.

Por su parte, David Riaño, vicepresidente de Soluciones de Bajas Emisiones de Ecopetrol, analizó tres oportunidades que brinda el reto de la transición: riqueza energética, crecimiento regional y cooperación entre países.

A su turno, Santiago Ferro, gerente de Transición Energética de ANCAP, la empresa petrolera estatal de Uruguay, afirmó que “no debemos subestimar el desafío que significa la transición energética” en un contexto en que la matriz regional está dominada en un 80% por combustibles fósiles. “La transición debe ser responsable, complementarse e incluso competir”, planteó.

Mike Howard, presidente del Directorio Global del Consejo Mundial de Energía (WEC), concluyó que “lo más importante es tener una discusión constructiva acerca de la transición energética”.