Así como la industria minera logró mejorar la productividad de sus trabajadores en los últimos años vía grandes inversiones, ahora debe enfocarse en promover la productividad en las comunidades para que puedan encaminar su propia bonanza, aun cuando la mina ya no esté. “El mejor regalo que podemos dejar a nuestras comunidades es la productividad, que estas sean capaces de sacar mayores réditos de sus tierras y obtener mejores productos”, afirmó Gonzalo Quijandría, gerente de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de Minsur, durante el Jueves Minero del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú.
Como señala el libro Cuando despertemos en el 2062. Visiones del Perú en 50 años, publicado por la Universidad del Pacífico, en los países emergentes como el nuestro es indispensable homogeneizar la economía. Ello significa aproximar las productividades entre sectores. Existe una abismal diferencia de productividades entre sectores como el minero, financiero o construcción con otros como agricultura o comercio.
Quijandría enfatizó que el sector minero es catalizador del progreso de las comunidades, mediante inversión social para con las zonas de influencia, las adquisiciones a negocios locales y la generación de empleo. “Más allá de su huella ambiental, la empresa minera también irradia económica y socialmente. Nosotros estamos para generar bienestar, y el gran reto es llevarlo a las comunidades, pues para generar desarrollo territorial, necesitas habilitadores y condicionantes”, expuso.
Quijandría dijo que Minsur, junto con los miembros de la cadena de valor de la organización, como proveedores y clientes, emprendió el proceso de generar desarrollo territorial, mejorando el estilo de vida de su entorno y la imagen corporativa.
“Estábamos cansados de que nos miren como vendedores de tierra o exportadores de piedra, porque eso creen quienes no entienden esta actividad. Hoy, no hay empresa que no cuente con un reporte de sostenibilidad acerca de su contribución socioeconómica”, expresó. “La posibilidad de tener un pedacito de Puno en nuestros bolsillos es enorme. El trabajador de la fundición de Pisco ya no solo dice que se dedica a elaborar lingotes de estaño, sino que además está produciendo bienestar, una mejor calidad de vida para todos”.
En ese sentido, Gonzalo Quijandría destacó que la buena fe de trabajar por las comunidades vecinas se debe a compañías mineras que reproducen las buenas prácticas de relacionamiento social de sus matrices globales, como Antamina, Newmont y Anglo American. “Y no es casualidad que todas hablen de bienestar y mejorar la vida de los demás. Estamos transformándonos como mineros, no solamente el trabajador rudo que extrae el mineral del subsuelo, sino que ahora se encuentra enlazado con el bienestar de la población”, reflexionó.