A pesar de ser el octavo puesto en el ranking mundial de países con mayor oferta de agua dulce, la población y el desarrollo agrícola del Perú se concentra en la región de la costa, que es una de las zonas más áridas del mundo, resaltó el integrante de la Asociación Peruana de Ingeniería Hidráulica y Ambiental (APIHA), Dr. Ing. Samuel Quisca,
El suministro de agua a esta región desértica se realiza a través de la construcción y operación de grandes proyectos hidráulicos que captan las aguas de la vertiente del océano Atlántico y la trasvasan hacia la del Pacífico, donde se encuentra la costa desértica peruana. “Tenemos grandiosos proyectos hidráulicos como Majes-Siguas con el trasvase de las cuencas del océano Atlántico hacia el Pacífico, donde son cerca de 100 kilómetros de canales y túneles en zonas andinas donde casi el 90% son túneles”, precisó el experto que participará en el Water Week Perú 2024.
Según datos de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 72% del agua dulce a nivel mundial se destina a la agricultura; y en el Perú, entre el 70% y 90% del agua dulce se utiliza en ese sector productivo.
Gran parte de esta actividad se desarrolla en la costa desértica. Sin embargo, la falta de la eficiencia de riego en los sistemas de irrigación en la costa y sierra del país, son un problema pendiente por resolver. “Por lo anterior, el sentido común nos sugiere sembrar cultivos que demanden poco volumen de agua, y con valores de exportación comercial máximos, a fin de asegurar la rentabilidad de las inversiones de los agricultores, asegurar los beneficios de los proyectos hidráulicos y justificar las grandes inversiones en infraestructura hidráulica”, comentó.
Si bien se aplica el riego tecnificado, aún persiste un mayor uso del agua de riego por gravedad, dijo el representante de APIHA. El desarrollo fisiológico de la planta requiere de una adecuada relación suelo-agua-planta, la raíz de la planta necesita de un mínimo de humedad, y el suelo debe contener una cantidad de humedad que varía entre su “capacidad de campo” y el “punto de marchitez del cultivo”.
El agricultor debería de aplicar el agua de riego para asegurar la humedad hasta su capacidad de campo, pero en la práctica real el agua supera en exceso la capacidad de campo, que trae como consecuencia la pérdida de agua por drenaje, aumento de la napa freática, afloramiento de aguas de drenaje en las partes bajas, explicó Quisca.
Actualmente, estos hechos se evidencian en la salinización de los suelo en la parte baja de los valles de la costa y sierra del país, desestabilización de laderas por los afloramientos de aguas de drenaje, etc. Lo más preocupante, dijo, es que estos efectos negativos por la excesiva aplicación de agua de riego ya habían sido previstos durante en los estudios de los proyectos de irrigación, e ignorados por los operadores del sistema de irrigación: “Con una mano ampliamos la frontera agrícola y con la otra mano salinizamos extensas áreas de cultivo en la parte baja de los valles”.
Hoy existen modernas tecnologías accesibles para monitorear la capacidad de campo de extensas áreas de cultivo, y aplicar el agua de riego con eficiencia, como son los drones láser que, con adecuados planes de vuelos para la programación de riego de los cultivos, se puede disponer de los valores de humedad del suelo en tiempo real, y con esta data determinar la dotación de agua de riego en el momento oportuno. “Con el agua que se ahorra, se pueden realizar otra campaña agrícola o irrigar otras áreas de cultivos. Es cuestión de utilizar la tecnología disponible”, enfatizó.
Quisca es un defensor de la inteligencia artificial para la operación de los sistemas de riego en el país, porque en la actualidad el manejo de los recursos hídricos y la operación de los sistemas de riego se realizan sin automatización, salvo algunas excepciones. “Hay una renuencia por modernizar la agricultura, y eso se debe a la idiosincrasia del agricultor, necesidad de un mayor impulso a la eficaz implementación de la política y estrategia nacional de recursos hídricos, así como a la carencia de un plan nacional de desarrollo, mediante el cual el sector privado y el Estado fomenten la modernización de la agricultura”, sentenció.
El representante de APIHA instó a las autoridades correspondiente a tomar medidas sobre la gestión del recurso hídrico por el cambio climático. Opinó que actualmente es una grave falencia del país que anualmente se pierda el agua dulce de la época de lluvias en el mar. “Se tiene que almacenar el agua de las lluvias en embalses superficiales y en los acuíferos para su uso oportuno durante la época de sequía, con el objetivo de aumentar la oferta hídrica y contrarrestar el efecto del calentamiento global”, indicó.
Water Week Perú 2024 es un evento organizado por la APIHA con el apoyo de Universidad Nacional Agraria La Molina, que se desarrollará el de 18 al 20 de marzo, en las instalaciones de esa casa de estudios. En este evento se analizara y discutirá el tema de uso el agua en agricultura.