En un país donde la demanda de la energía se incrementa año a año, la eficiencia energética deja de ser una meta técnica para convertirse en un compromiso estratégico del negocio. “La eficiencia energética debería ser una decisión estratégica: implicaría producir más usando menos recursos, y hacerlo de forma inteligente”, señala Gerald Quispe, responsable del área de Soluciones Energéticas de Fenix. Según análisis de Fenix, los motores eléctricos representan hasta el 75% del consumo energético industrial, por lo que optimizar su rendimiento puede generar ahorros inmediatos y sostenidos.
El impacto puede ser significativo, sostiene Quispe. Con un análisis correcto de la eficiencia de un motor, acompañado de la optimización de energía reactiva -aquella que no realiza un trabajo útil, pero es necesaria para operar motores- y una adecuada gestión de demanda, las empresas peruanas podrían reducir hasta el 40% del total de su factura eléctrica. “Muchas organizaciones aún no dimensionan cuánto están pagando por no ser eficientes; un costo oculto que afecta directamente su competitividad”, detalla.
Medir, entender y actuar se convierte en el nuevo paradigma para quienes buscan reducir su huella de carbono sin comprometer la productividad. “El primer paso hacia un futuro sostenible es gestionar de forma eficiente la energía que se consume en las industrias”, enfatiza Quispe.
Para Javier Maraví, especialista en políticas energéticas, el desarrollo sostenible del país requiere comprender que la eficiencia energética no se limita al ahorro. Es un eje transversal que impulsa la innovación, fortalece la reputación empresarial y contribuye a la sostenibilidad ambiental. Agrega: “Ser eficientes en el uso de la energía nos permite no solo ser más amigables con el planeta, sino que además impulsa un crecimiento económico equilibrado”.
Otro factor importante que se debe tomar en cuenta es la regulación del mercado para la eficiencia energética. En los últimos años, el Ministerio de Energía y Minas ha dado pasos importantes al crear la Dirección General de Eficiencia Energética y establecer los criterios de auditorías energéticas que permiten estandarizar la evaluación de oportunidades de mejora en el sector público; en el caso del sector privado, lo que se busca es establecer sistemas de gestión de energía basados en la ISO 50001.
El uso de motores más eficientes, sumado a los sistemas de compensación reactiva, variadores de frecuencia, o sistemas de gestión de demanda; resultan muy atractivas para las empresas en el Perú, ya que cuentan con retornos de inversión a corto plazo. “La eficiencia energética es una herramienta de cambio inmediato, es la base sobre la que se construyen industrias más competitivas, resilientes y responsables”, puntualiza Gerald Quispe.