En el corazón del distrito La Joya, en la provincia y departamento Arequipa, se ha encendido una luz de esperanza para los niños y adolescentes que han sufrido las peores formas de violencia familiar en contextos de minería ilegal. Se trata del Centro de Acogida Residencial (CAR) San José de La Joya, un espacio diseñado para brindar atención, protección y recuperación a menores en situación de vulnerabilidad. Con una capacidad para albergar hasta 60 niños y adolescentes de entre 6 meses y 13 años, esta institución representa un paso trascendental en la lucha por la dignidad infantil y la reconstrucción de vidas rotas por la violencia.
El CAR San José de La Joya es mucho más que un proyecto. Es un entorno seguro y acogedor, donde cada niño recibe el amor, la atención y las herramientas necesarias para su desarrollo emocional, físico y educativo. Este centro, impulsado por la Asociación La Joya de Esperanza, forma parte del compromiso del Grupo La Joya Mining para la protección de la niñez y la erradicación de la trata de personas en entornos de minería ilegal.
Un equipo multidisciplinario para una recuperación integral
Los menores que llegan al CAR lo hacen tras haber experimentado situaciones extremas de abandono, maltrato y explotación. Algunos, como dos pequeños hermanos recientemente acogidos, han sido encontrados en condiciones desgarradoras: no sabían hablar, solo emitían gruñidos, estaban desnutridos y con ropas harapientas. Hoy, gracias al cuidado y acompañamiento especializado que brinda el centro, estos niños han aprendido a comunicarse, han iniciado su educación y han encontrado en el CAR un espacio donde son tratados con amor y respeto.
Con una capacidad para albergar hasta 60 niños y adolescentes de entre 6 meses y 13 años, esta institución representa un paso trascendental en la lucha por la dignidad infantil y la reconstrucción de vidas rotas por la violencia.
Este tipo de logros no sería posible sin el equipo multidisciplinario de profesionales que conforma el CAR. Psicólogos, psiquiatras, terapeutas, enfermeros, nutricionistas y cuidadoras trabajan incansablemente para garantizar el bienestar integral de los menores. Además de la atención psicológica especializada, el CAR ofrece programas educativos y actividades recreativas que fomentan la creatividad, el aprendizaje y la estabilidad emocional.
“La recuperación de un niño víctima de violencia no es solo física, es un proceso profundo de sanación emocional y reconstrucción de su confianza”, explica Juan Ávalos, director de la Asociación La Joya de Esperanza. “Cada niño que vuelve a sonreír, que aprende a soñar de nuevo, nos confirma que estamos en el camino correcto”. Sus palabras reflejan la misión transformadora del CAR: devolver a estos menores el derecho a una infancia feliz y segura.

Un espacio diseñado para brindar calidez y seguridad
El CAR San José de La Joya se ha construido sobre un terreno de 1,600 metros cuadrados, con instalaciones diseñadas para fomentar el desarrollo integral de los niños. Cuenta con seis departamentos, cada uno con capacidad para diez niños y dos tutoras, equipados con espacios de estudio bajo el método Montessori, dormitorios acogedores y salas de convivencia. Además, dispone de biblioteca, salas de juegos, áreas de estudio y amplias zonas recreativas con juegos infantiles, una cancha de vóley y fulbito.
Este ambiente seguro y estructurado es clave para que los niños y adolescentes puedan recuperarse del trauma y reconstruir su futuro con confianza. Como señala Paúl Rodríguez, gerente general del Grupo La Joya Mining, el esfuerzo económico detrás de este proyecto es una inversión en el bienestar de la infancia: “No estamos construyendo solo infraestructura, estamos edificando oportunidades para que estos niños vuelvan a creer en un mañana mejor”.
El CAR San José de La Joya se ha construido sobre un terreno de 1,600 metros cuadrados, con instalaciones diseñadas para fomentar el desarrollo integral de los niños.
Con una inversión total de 6 millones de soles y un costo anual de 3 millones de soles para su operación y mantenimiento, el CAR San José de La Joya es un ejemplo de cómo el sector privado puede marcar la diferencia en la vida de los más vulnerables.
Más que un CAR: una cruzada contra la trata de personas
La labor de la Asociación La Joya de Esperanza no termina con el CAR. La organización también tiene el Centro de Acogida Residencial Especializado (CARE), un espacio diseñado para la rehabilitación de niñas rescatadas del delito de trata de personas. Allí, las víctimas reciben atención psiquiátrica y psicológica especializada, además de programas de reintegración social y formación en habilidades que les permitan reconstruir su vida.
Estas iniciativas cobran aún más relevancia en un contexto alarmante: en el Perú, la trata de personas mueve alrededor de 1,300 millones de dólares al año y afecta a cerca de 89,696 personas, de las cuales tres de cada diez son menores de edad. Además, la falta de recursos públicos para combatir este crimen agrava la situación: en 2024, el presupuesto asignado para enfrentar este delito fue de apenas 5 millones de soles, lo que equivale a solo 0.18 céntimos por persona.
Este centro, impulsado por la Asociación La Joya de Esperanza, forma parte del compromiso del Grupo La Joya Mining para la protección de la niñez y la erradicación de la trata de personas en entornos de minería ilegal.
Frente a esta realidad, la Asociación La Joya de Esperanza no solo se enfoca en la atención de las víctimas, sino también en la prevención y concientización en comunidades vulnerables. Su trabajo es un recordatorio de que el cambio es posible cuando se unen voluntades y se prioriza el bienestar de quienes más lo necesitan.
Un llamado a la acción: un futuro libre de explotación infantil
Este esfuerzo no sería posible sin la visión y el compromiso de personas como Robin Kathuria, fundador del Grupo La Joya Mining, quien ha impulsado estos proyectos con la convicción de que ningún niño debería ser víctima de explotación o violencia.
“Las cifras sobre trata de personas son desgarradoras, pero detrás de cada número hay una vida, un rostro, una historia. No podemos permitirnos ser indiferentes. Este es un problema que nos compete a todos”, enfatiza Kathuria. Su llamado es claro: es hora de que autoridades, empresas y sociedad civil unan fuerzas para erradicar la trata de personas en el ámbito minero y más allá.
En el Perú, la trata de personas mueve alrededor de 1,300 millones de dólares al año y afecta a cerca de 89,696 personas, de las cuales tres de cada diez son menores de edad.
Su mensaje resuena como un eco de esperanza en un panorama complejo. La lucha contra la violencia infantil y la trata de personas es una tarea titánica, pero iniciativas como el CAR San José de La Joya y el CARE demuestran que es posible construir alternativas reales para los más vulnerables.
Una visión de futuro: más CAR para más niños
El compromiso del Grupo La Joya Mining con la protección de la infancia no se detiene en La Joya. Conscientes de que la problemática de la violencia infantil y la trata de personas en entornos de minería ilegal afecta a múltiples regiones del país, la organización ya tiene en marcha un ambicioso plan de expansión: la construcción de tres nuevos Centros de Acogida Residencial (CAR) en los próximos cinco años. Estas nuevas sedes estarán ubicadas no solo en Arequipa, sino también en La Libertad y otras regiones gravemente afectadas por la minería ilegal, donde cientos de niños necesitan un refugio seguro y la oportunidad de un nuevo comienzo.
Psicólogos, psiquiatras, terapeutas, enfermeros, nutricionistas y cuidadoras trabajan incansablemente para garantizar el bienestar integral de los menores.
“Cada niño que logramos salvar es una victoria contra la injusticia. No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando hay tantos más esperando ayuda”, señala Juan Carlos Ávalos, director de la Asociación La Joya de Esperanza. “Nuestro objetivo es llegar a donde más se nos necesita, para que ningún niño tenga que crecer en un entorno de violencia y abandono”. Esta visión refleja un profundo compromiso con la niñez y la convicción de que, con voluntad y acción, se puede transformar el futuro de miles de niños en situación de vulnerabilidad.
En cada niño rescatado, en cada sonrisa recuperada, en cada historia de superación, se encuentra la prueba de que un mundo más justo y humano sí es posible. El CAR San José de La Joya no es solo un refugio: es un símbolo de resiliencia, amor y segundas oportunidades.