Para mí, ser parte de la industria minera —ya sea en terreno o desde una función de apoyo— significa formar parte de una maquinaria humana y tecnológica que mueve mucho más que minerales: mueve desarrollo, oportunidades y futuro. Estar en el corazón de la operación significa vivir de cerca el esfuerzo, la disciplina y el compromiso que requiere trabajar en condiciones exigentes, donde cada decisión importa, resumiéndose a lo siguiente: es sentir orgullo por el trabajo bien hecho, porque sabes que tu labor sostiene directamente la producción, es ser parte de un equipo que se cuida entre sí, donde la seguridad es un valor compartido, es enfrentar desafíos reales —el clima, la altura, el desgaste— y aun así sacar adelante la tarea con profesionalismo, es ver cómo pequeñas mejoras o buenas prácticas hacen una gran diferencia en la operación diaria.
Desde una función de apoyo significa, impulsar, facilitar y mejorar el trabajo de quienes están en terreno, de la siguiente manera: saber que tus decisiones impactan a muchas personas, y que tu rol contribuye a que la operación sea más segura, eficiente y sostenible, trabajar con visión estratégica, pensando en procesos, innovación y mejoras continuas, sentir que aportas al bienestar del equipo, incluso si no estás físicamente en la operación de trabajo, colaborar con distintas áreas, conectando piezas para… Puedes seguir leyendo este testimonio por el Día del Minero aquí en este enlace.