Felipe Targa, líder del Programa de Infraestructura del Banco Mundial para los países andinos, ofrece una mirada integral al estado del transporte sostenible en América Latina y el Caribe, con especial énfasis en Perú. Desde su experiencia como exviceministro de Transporte en Colombia, Targa destaca los avances en modernización del transporte público y los desafíos persistentes en términos de informalidad, financiamiento y planificación urbana. Subraya la necesidad de una mayor inversión en infraestructura para modos activos como la bicicleta y la caminata, así como el rol central de la institucionalidad y el liderazgo político en la transformación de las ciudades. En el caso de Lima, reconoce los esfuerzos en marcha con la red de metro, el Metropolitano y las ciclovías, pero advierte que se requiere acelerar la ejecución y asegurar fuentes de financiamiento sostenibles. Finalmente, resalta el valor de espacios como Transporte Sostenible para compartir conocimientos y construir soluciones colaborativas.
¿Cómo definiría el estado actual del transporte sostenible en América Latina y el Caribe? ¿Qué avances concretos destacarías?
Me enfocaré principalmente en el transporte urbano. El concepto de transporte sostenible engloba aquellas inversiones y modos que son más eficientes, más amigables con el medio ambiente y que atienden a la mayoría de la población. Esto incluye el transporte público masivo, como metros y buses de tránsito rápido (BRT), así como los modos no motorizados, como caminar y andar en bicicleta, que muchas veces subestimamos, pero que en realidad representan la mayoría de los viajes urbanos en nuestras ciudades.
El estado actual es uno de transformación. Se trata de un servicio que ha venido modernizándose progresivamente. Si miramos hacia atrás, los primeros esfuerzos innovadores surgieron en Brasil a finales de los años 70. Sin embargo, fue Bogotá, con el sistema TransMilenio, la que realmente marcó un punto de inflexión, introduciendo un nuevo modelo que se ha replicado en diversas ciudades.
Hoy estamos viendo una nueva generación de modernizaciones, enfocadas en la integración de sistemas y en superar la dualidad existente: por un lado, sistemas modernos como los BRT y, por otro, una mayoría del servicio prestado de manera informal, con empresas que operan sin regulaciones claras, sin empleos formales y con tarifas que no cubren los costos reales. Esa es la brecha que aún no logramos cerrar del todo.
El problema es que esta transformación cuesta dinero. No es algo que se pueda financiar solo con tarifas de los usuarios. Requiere inversiones de… Puede consultar la entrevista en nuestra edición 120 aquí.