Actualmente del total de proyectos mineros brownfield con los que cuenta Perú, el 80% está enfocado en cobre, considera Zetti Gavelan, líder de Operaciones y Empresas Conjuntas para Sudamérica de la multinacional Glencore, quien indica que la cartera de proyectos brownfield en nuestro país asciende a más de US$ 12 mil millones, que representan un 23% del total de inversiones del portafolio de proyectos mineros del país.
Este tipo de emprendimientos, dijo, son muy relevantes para la economía del país no solo para sostener la capacidad productiva minera local, sino también para garantizar su continuidad en el tiempo.
“De esos 12,100 millones, 80% está focalizado en cobre; 13%, en oro y plata; 4%, en fosfatos, 2% en zinc y 1% en hierro. Se estima que ejecutando la inversión total de los proyectos brownfield se podría no solo mantenerse el nivel actual de producción, sino aumentarse entre 10 a 15% dependiendo del mineral”, indicó Gavelan.
La puesta en marcha de este tipo de proyectos es más sencilla que los emprendimientos greenfields, pues se desarrollan en la misma huella ambiental y se pueden ejecutar mucho más rápido que una nueva mina.
“Tener una diferenciación en la conceptualización de los impactos entre un proyecto brownfield y uno greenfield podría permitir destrabar y acelerar el desarrollo del portafolio de proyectos brownfield rápidamente y así lograr la tan necesitada inversión que el país requiere, sin que ello signifique reducir los altos estándares ambientales y sociales alcanzados por el sector”, detalló.
Uno de los principales problemas para poner en marcha un proyecto minero en el país es la lentitud con que se otorgan los permisos o autorizaciones que emite el gobierno. “En ese sentido, es fundamental articular procesos de visión compartida a nivel de las entidades gubernamentales, encargadas de la evaluación ambiental y social, que reflejen una visión de Estado consecuente con el crecimiento del sector en beneficio de todos los peruanos”, apuntó.