El panel “¿Qué priorizar en el debate? ¿Gasoductos y energía asequible?”, desarrollado durante el evento PERÚ ENERGÍA Sur Cusco, reunió a expertos del sector público, privado y académico, quienes coincidieron en la urgencia de llevar gas natural al sur del país, especialmente a Cusco, bajo un enfoque que combine soluciones inmediatas con planificación estructural a largo plazo.
Juan Gonzáles, decano del Colegio de Economistas de Cusco, propuso abordar el problema desde dos horizontes de tiempo. En el corto plazo, se podría habilitar el acceso al gas con inversión privada en regiones como Cusco, Apurímac, Moquegua y Puno, sin comprometer recursos del tesoro público. En el largo plazo, señaló que es necesario retomar el proyecto del Gasoducto Sur Peruano, que ya cuenta con un 35% de avance físico y US$ 1,500 millones invertidos. “Este es un proyecto de todos los peruanos y solo podrá avanzar si existe voluntad política firme”, enfatizó.
Desde el sector empresarial, Óscar Navas, director de Desarrollo de Negocios para la Región Andina de Techint Ingeniería y Construcción, explicó que las condiciones para destrabar grandes proyectos pasan por contar con una demanda asegurada, permisos en regla y estabilidad jurídica. Advirtió que el actual marco legal –incluyendo cláusulas anticorrupción que trasladan responsabilidades al nuevo concesionario– dificulta la reactivación del Gasoducto Sur Peruano. En contraste, consideró que proyectos como la extensión de TGP por la costa o la distribución de gas natural a cargo de Cálidda son hoy más viables: “No podemos quedarnos esperando eternamente un gran proyecto; debemos avanzar con lo que ya se puede hacer”.
Por su parte, Merciano Basilio, gerente regional de Energía, Minas e Hidrocarburos del Gobierno Regional Cusco, fue enfático: “Cusco no tendrá conciencia de cultura energética hasta que no vea el gas en su casa, su calle, su ciudad”. Lamentó que, pese a concentrar la mayor parte de los lotes gasíferos del país y producir 272 MW de energía hidroeléctrica, la región aún sufre pobreza energética. También advirtió que en 20 años de Camisea no se han superado los 1,500 km de redes de gas natural y señaló como urgencias la promoción de inversión privada en exploración y perforación, así como la reducción de la tramitología y la conflictividad social.
Desde una mirada técnica y regulatoria, Erick García, exdirector general de Hidrocarburos del Minem, propuso distinguir con claridad los proyectos de transporte (como TGP) y de distribución (como Cálidda). Señaló que el Estado ha fallado en encontrar un modelo eficaz para masificar el gas, y que insistir en lo mismo solo retrasa soluciones. A su juicio, la opción más efectiva en el corto plazo es habilitar la distribución a través de Cálidda, que podría empezar a abastecer a Cusco en un año y medio, con tarifas similares a las de Lima. “No podemos seguir creyendo que un gasoducto solo se hace si alguien lo paga. Debemos replicar el modelo de planificación de las líneas de transmisión eléctrica, que son financiadas por todos los peruanos”, afirmó.
El moderador del panel, Vladimir Luna, director de Economía de la Cámara de Comercio de Cusco, sintetizó el sentir general: “Lo importante no es escoger entre gasoducto o transporte virtual. Lo importante es que Cusco acceda al gas natural lo antes posible y al precio más competitivo, y eso pasa por tener un concesionario activo y políticas claras”.