La economía peruana mostró señales de recuperación durante el segundo trimestre de 2024, con un crecimiento de 3.6%, el más alto en dos años. No obstante, las cifras anuales aún son modestas en comparación con los promedios de la región, y el Perú ha perdido su liderazgo en el ranking de crecimiento en América Latina, señaló el Instituto Peruano de Economía (IPE).
El resultado del segundo trimestre fue impulsado por el rebote de sectores como pesca y agricultura, que ya no enfrentaron episodios climáticos adversos este año, y una mejora en los sectores vinculados al consumo. “Ello ha permitido mitigar la debilidad de la inversión privada. Esta creció 0% durante el primer semestre de 2024, afectada por la disminución en la construcción residencial. Sin embargo, se espera que, para la segunda mitad del año, la mejora en las expectativas empresariales y la finalización de grandes proyectos de infraestructura impulsen un mayor dinamismo en la inversión”, explico la entidad.
Por su parte, el empleo nacional creció solo 0.6% en el primer semestre del año, mostrando aún una recuperación débil. El avance estuvo impulsado por sectores vinculados al consumo, especialmente el comercio, y fue contrarrestado por la caída del empleo agrícola. A juicio del IPE, con la inflación ya controlada, el crecimiento de la economía impulsará mayores contrataciones y favorecerá la capacidad de gasto de los hogares, que aún se ubica 6% por debajo de los niveles prepandemia.
Frente a estos cambios, el IPE mantiene su proyección de crecimiento de 3% para 2024, pero advierte que los componentes de dicha estimación han cambiado. Por una parte, la inversión privada crecería solo 1.6% en 2024, por debajo del 2.7% previamente proyectado, mientras que el gasto público (que incluye el consumo público y la inversión pública) crecería 4.9%, por encima de la anterior cifra estimada (3.2%). Este avance, cabe destacar, continuará presionando las cuentas fiscales. Además, las exportaciones crecerían 2.6% en 2024, por debajo del crecimiento de 4.1% antes calculado, ante un desempeño más modesto de los envíos por minería y agroexportación.
De cara al 2025, año preelectoral, el IPE proyecta un escenario de mayor incertidumbre. Aunque el consumo privado seguirá siendo un motor de crecimiento, el estancamiento de la inversión privada y los desafíos en la exportación podrían limitar el potencial de expansión económica. La proyección de crecimiento para 2025 se sitúa en 2.8%.
El IPE señala que el deterioro de la institucionalidad fiscal configura la principal preocupación macroeconómica del país y estima que en 2024 el déficit fiscal cerraría en 3.2% del PBI, por encima de la meta (2.8% del PBI), incumpliéndola por segundo año consecutivo. Así, la consolidación fiscal quedará como una tarea pendiente para el siguiente gobierno, lo que añade un componente de riesgo a las finanzas públicas del país.