De acuerdo con Rómulo Mucho, director del Instituto de Ingenieros de Minas de Perú, en el mundo se producen en promedio 10 billones de toneladas de relaves por año, en cuyo compuesto se han encontrado tierras raras o elemento esenciales, que no solo se utilizan en aplicaciones médicas, militares o de telecomunicaciones, sino incluso en la propia agricultura.
“Con base en un metódico tratamiento, se puede recuperar de los relaves se pueden recuperar materias primas como los fosfatos, calcita o dolomita, apatito, potasio y pirita, los cuales son empleados en la elaboración de fertilizantes requeridos para el sostenimiento de cultivos agrícolas”, expuso en el Foro de Impacto Ambiental de la Minería en Torata, Moquegua.
Enfatizó que uno de los principales intereses del sector minero debe ser el darles mayor valor a sus relaves a lo largo de la vida del yacimiento, cuyo procesamiento abarque la producción, filtración, sedimentación, mineralogía, permeación y compactación, permitiendo a posteriori la extracción de minerales y su transformación en soluciones para suelos agrícolas.
“Así como la minería necesita acceso a la superficie donde se ubican los yacimientos y tiene la responsabilidad de descargar aguas de buena calidad y remediar espacios, la agricultura necesita acceso a suelos fértiles y agua de óptima calidad, tecnología de riego y uso eficiente del agua, e infraestructura para anexarse a los mercados. Es una convergencia de intereses”, subrayó.
Remarcó que la agricultura y la minería son indesligables para la vida humana, pues los minerales constituyen los nutrientes que necesita el suelo para producir plantas y alimentos; así como también son herramientas para impulsar la reactivación económica, pues ambas representan en promedio cada año más del 80% de las exportaciones totales del país.
Colquisiri, ejemplo de agrominería
Justamente, el exviceministro de Minas mostró como ejemplo de convivencia entre la agricultura y la minería lo sucedido con la empresa minera Colquisiri, situada en la provincia de Huaral, que se encuentra próxima a plantaciones de cítricos, predominantemente mandarinas y naranjas, las cuales son luego enviadas al mercado norteamericano por su excelente calidad y sabor.
“Otro ejemplo de agrominería es la ruta minera de Copiapó, en Chile, donde la vista desde Cerro La Viña hacia el Valle de Copiapó es única y fascinante, pues es posible apreciar cómo entre quebradas ricas en minerales se cuelgan cientos de kilómetros de parronales, que dan las primeras uvas de mesa que se exportan a Europa, Norteamérica, entre otros”, señaló.
Minería, aliado de la agricultura familiar
A modo de reflexión, Rómulo Mucho consideró que la agricultura y la minería están llamadas a ser las protagonistas del crecimiento económico y generación de millones de empleos para la reducción de la pobreza y el cierre de brechas, y que no existe una actividad en detrimento de otra, pues ambas pueden coexistir en un mismo espacio y complementarse mutuamente.
“La minería tiene que ser el aliado de la agricultura familiar con las herramientas que existen, como los fondos sociales de desarrollo, valor compartido, obras por impuestos, entre otros. Además, la ciencia ha demostrado que las rocas ayudan a mejorar la productividad agrícola y a la vez en el secuestro de CO2, es decir, ayuda a mitigar el cambio climático”, concluyó.