El transporte público en el mundo viene mostrando una transición hacia una nueva matriz energética: la electromovilidad. A nivel regional, según el reporte de Portal Movilidad de octubre del año pasado, Colombia tiene 1,485 unidades en funcionamiento, Santiago de Chile 806 y México 493. Sin duda, todos ellos tienen amplia ventaja frente a la cantidad que hay en Perú. Además, el transporte público es responsable de una alta proporción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la contaminación del aire en las principales ciudades del país.
“Tenemos que cambiar y dar un sentido de urgencia a la reducción de emisiones y a los objetivos de acuerdos, como el de París, que tiene metas claras. Un poco más del 40% de la energía total que consumimos está asociada al transporte, así como más del 20% o 35% de las emisiones de CO2. Entonces, la electrificación del transporte es una de las metas más importantes de la transición energética y la descarbonización”, explicó Edwin Zorrilla, gerente de Ventas para Perú y Bolivia en Schneider Electric. Según el plan de la Agencia Internacional de Energía, la meta es tener 250 millones de vehículos eléctricos para el 2030.
En la actualidad, la matriz energética del Perú es dependiente de los hidrocarburos. “Más del 70% de la energía que consumimos proviene del gas o del petróleo. Entonces, teniendo como objetivo la descarbonización, la electrificación (que es cada vez más renovable) es una de las vías para reducir las emisiones y conseguir una mayor sostenibilidad, algo que debe formar parte de la estrategia de transición energética que tendremos”, comentó el especialista de Schneider Electric.
Los beneficios de los vehículos eléctricos son muchos y variados, a pesar de los diversos mitos que lo rodean. “En Iquitos, donde toda la electricidad es a base de petróleo, hay un ahorro del 18% solo en eficiencia energética, frente al 13% de los vehículos con motor de combustión, y esto, en el peor escenario. Hay que añadirle el ahorro de producción con 38% menos toneladas de carbón o de barriles de petróleo. Entonces, el 18% se convierte en 30%, de forma conservadora, contra los 13%. La diferencia es la eficacia neta de la energía desde que genera electricidad hasta que llega a las ruedas del vehículo”, dijo Zorrilla.
Ahora bien, la planificación de estaciones de carga para el transporte urbano es un asunto fundamental. Este tiene que presentar un amplio patio y varios megavatios de potencia, ya que cargará muchas baterías y buses al mismo tiempo. Por eso hay que tener un sistema automatizado. Si unos se cargan en dos o tres horas, y otros en cuatro, cinco o seis horas, se produce un pico al inicio. Eso hay que dosificarlo sabiendo cuánto necesita cada uno y distribuyendo la potencia para bajar la fuerza pico, así se reducirá la potencia total de reposición de carga”, afirmó Zorrilla. “Las líneas del metro son definitivamente la mejor opción para una movilidad sostenible y eficaz. Hablamos de un transporte en vías aisladas, de alta capacidad, muy eficiente y totalmente electrificado”.
Hacer realidad la presencia masiva de los vehículos eléctricos en nuestro país requerirá de la presencia del Estado y el compromiso político, replicando lo que ya viene ocurriendo en los países vecinos de Colombia y Chile, dijo el especialista. En Perú existe la necesidad de reglamentar, implementar y actualizar la ley de electromovilidad. “El proceso aquí todavía es relativamente lento, teniendo en cuenta que hay que considerar cuestiones como la reducción de impuestos u otros beneficios”, añadió.