
La macroeconomía se debilita y las personas de a pie sufren en extenso sus consecuencias, y para Víctor Góbitz, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, la solución pasa por aprovechar cuanto antes nuestra ventaja minera y acelerar urgentes proyectos de infraestructura. Esta entrevista ha sido publicada en la edición digital de la revista.
Ahora sí, literalmente, el Perú ha sido un mendigo sentado en un banco de oro (y cobre y plata y zinc) por un largo tiempo. Más de sesenta días pasaron para que la actividad minera tomara impulso y reanimara poco a poco la catatónica economía nacional luego de la aparición de una pandemia que nadie pudo anticipar. El estado de emergencia decretado por el gobierno para evitar la propagación del COVID-19 congeló proyectos e industrias, y recientemente el país despierta de su costoso letargo. Se han retomado obras como puertos y carreteras, y por supuesto actividades mineras. Las petroleras, mucho más golpeadas, requieren acaso de medidas más extremas para incentivarlas. Víctor Góbitz, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) y CEO de Compañía de Minas Buenaventura, adelantó que el aporte de la minería al fisco será mucho menor este año por evidentes razones, y eso es un grueso problema para las arcas públicas. La minería en el Perú es la carta en la base del castillo de naipes, la columna dórica de esta democracia sudamericana. Si se debilita, sus efectos se reflejan por extenso en muchos campos tarde o temprano. Según datos del Minem, en el cuarto mes del año el sector minero empleó de forma directa a 128,991 personas, registrando una caída interanual de 36.1%. Uno de los más afectados, sin duda, fue el rubro de los contratistas que redujeron a más de la mitad el número de sus trabajadores en abril (51%). ¿Qué hacer? En esta conversación, Víctor Góbitz pide que ha llegado el momento de ponernos serios y poner en agenda y en una vía rápida la cartera de proyectos mineros cuanto antes.
Se acusa a la minería de no ser una actividad esencial y, por tanto, no debería ser parte de una fase prematura de reinicio. ¿Cuál es su opinión al respecto?
La minería es un sector clave para el desarrollo del Perú, no sólo por su aporte a la economía (más de 12% del PBI y 60% de las exportaciones totales), sino también por la generación de empleos de calidad y los encadenamientos productivos a nivel nacional, regional y local, que dinamizan numerosas actividades industriales y de servicios.
Hay casi 200.000 casos positivos de COVID-19 en el Perú (esta entrevista se realizó en junio). En empresas mineras, sumando empleados de las mismas y de contratas, hay poco más de 600 contagios. Sin embargo, se acusa a la industria de desproteger a sus empleados. ¿Usted comparte esa opinión?
No comparto esa opinión. Sin dejar de lado la parte humana, la estadística señala que la industria minera formal utiliza alrededor de 200.000 trabajadores directos y alrededor de un millón adicional en empleo indirecto, y si uno ve los incidentes ocurridos solo han habido tres eventos de gran magnitud. Los demás han sido casos aislados, lo que demuestra que el sistema sanitario viene funcionando. Los problemas han estado justamente en la periferia de la huella operativa: el personal de vigilancia, que es un área sensible, al estar en contacto permanente con el exterior; el personal sanitario, que no solo cubre al trabajador sino también al entorno de las unidades; y los proveedores de alimentos. Debe conocerse que en los campamentos mineros una parte importante de la logística alimenticia se realiza con empresas locales.
¿Por qué las mineras en Chile siguen adelante con sus estimados de producción y las de Perú tendrán, muchas, que actualizarlos?
Ello debido a que nuestro vecino Chile no ha detenido sus faenas en sus operaciones. Ellos continuaron laborando e incluso aumentaron su producción minera en el primer cuatrimestre del año. En el caso peruano, la paralización nos ha generado una pérdida de producción de alrededor del 15% al 20%, lo que equivale a una pérdida anual de US$4.000 a US$5.000 millones.
¿Lamenta usted en estos momentos de crisis que proyectos como Conga y Tía María no estén en construcción u operando?
Más que lamentar, considero que debemos generar consensos para incorporar en la cartera de proyectos mineros no solo a Tía María y Conga, sino también a otros emprendimientos como Río Blanco, Tambogrande, Quillish, Corani, entre otros. Y para ello será fundamental, sin duda, el respaldo del Estado Peruano, representado por el Gobierno Nacional, Regional y Local.
¿La adopción de nueva y mejor tecnología en la gran minería gana fuerza con el COVID-19, señor Gobitz?
Sin duda, este nuevo escenario acelerará el proceso de transformación digital que viene desarrollando nuestra industria minera. Gracias a estas tecnologías disruptivas, hoy se puede monitorear información relevante a cientos de kilómetros de distancia, incluyendo a las plantas concentradoras, fajas transportadoras o camiones, etc. A ello se suma que hoy las empresas pueden contar con información de sus proyectos y operaciones, en tiempo real en la nube.
El confinamiento supera los ochenta días en Italia, España y ciudades como Nueva York. Estos son países y ciudades del primer mundo. Pequeño detalle. ¿Cuánto puede aguantar una economía como la peruana, 70% informal?
Es evidente que, luego de 12 semanas en confinamiento, nuestra economía necesita una pronta recuperación. Para ello debe apoyarse en industrias como la minera, que pueden darle un respiro en medio de esta pandemia. Esta semana se aprobó el inicio de la fase 2 (esta entrevista se realizó en junio) con lo que entrarían en operación la mediana minería, pequeña minería y la minería artesanal, lo cual mejorará este panorama.
Hay cierta vertiente de la izquierda política que afirma que el modelo económico es un desastre, lo demuestra el COVID-19 y, por tanto, debe ser cambiado cuanto antes. ¿Qué le parece esta receta?
Considero que el Perú es uno de los países de la región con una situación macroeconómica sólida y un importante grado de inversión, obtenidos justamente en el marco del actual modelo económico. Sin embargo, es claro que aún como país tenemos enormes desafíos como la informalidad, la corrupción y el centralismo, que son temas estructurales que no nos dejan avanzar mucho más.
¿Las exigencias para los proveedores serán mayores, señor Góbitz?
Como comenté anteriormente, el tema de los proveedores, que está en la periferia de la huella operativa, es uno de los puntos débiles del sistema sanitario y se tiene que redoblar esfuerzos para que funcione de la mejor manera.
Hay un gran problema en el sector y se habla poco de él, pero nosotros lo creemos relevante: el COVID-19 cambia la estructura de costos. La misma Buenaventura, en su última presentación frente a inversionistas, reveló que su capex ha tenido que aumentar. Lo mismo pasa en otras grandes empresas. ¿Este es un cambio permanente?
La industria minera es una actividad económica que está siempre preparada para manejar ciclos difíciles de precios y fluctuaciones. En este momento, las minas de oro y plata tienen una situación un poco más holgada, pues los precios le favorecen, a diferencia de las minas de metales industriales (cobre, plomo, zinc) que están en una situación distinta. Pero como digo tenemos experiencia y sabemos cómo hacer los ajustes. Al respecto, podemos decir que en muchas empresas, los gastos en las oficinas administrativas de Lima se han reducido, hay proyectos de mejora que se están postergando y hay una serie de medidas que se están tomando para que esta reducción de precios y este incremento de costos se puedan manejar de la mejor forma posible.

Se dice que los pesimistas suelen ser optimistas informados. ¿Este año está perdido en materia económica, señor Góbitz?
Este 2020 se espera una caída del 15% al 20% del PBI nacional, lo cual, sin duda, es preocupante para nuestra economía. Sin embargo, existen alternativas para superar esta crisis. El gobierno, además de continuar con las medidas que viene aplicando, debería impulsar un ‘plan de ataque’ que contemple la puesta en marcha del Plan Nacional de Infraestructura (US$ 100.000 millones) y el desarrollo de la cartera de proyectos mineros (US$ 60.000 millones), y si a ello la aplicamos el silencio administrativo Positivo, se generaría empleo y desarrollo para el país.
El 2021 es también año de elecciones, lo que equivale a añadir combustible al fuego, volatilidad a lo volátil. ¿Es usted un optimista con respecto al próximo año, sabiendo de antemano, como nos suelen indicar los libros de Historia, que en momentos críticos gana simpatías el populismo y lo populista?
Es claro que el nivel de madurez política no es el óptimo en este momento. Y, sin duda, ello puede influir en la percepción de estabilidad que debe tener un país como el Perú, que aspira a atraer más inversionistas internacionales que arriesguen decenas de miles de millones de dólares para desarrollar nuestro pleno potencial. Esperemos que esta coyuntura nos haga reflexionar y nos dé alguna luz de esperanza.
¿El país requiere esa inyección salvadora de proyectos de gran envergadura?
Hoy más que nunca se requiere del impulso de proyectos de gran envergadura como Quellaveco, el segundo emprendimiento minero más grande en iniciar su construcción, después de Las Bambas. Este tipo de emprendimientos tienen un gran impacto y son necesarios para ayudar, no solo a la reactivación de nuestra economía en medio de esta crisis, sino para acelerar nuestro desarrollo.
¿Por qué ha escrito usted esto: “El cobre es nuestro metal de bandera y nos permitirá mirar el futuro con mayor optimismo”?
Principalmente porque nuestro país cuenta con un portafolio valorizado en US$60.000 millones, donde más del 70% son proyectos de cobre, y los que están maduros y podríamos poner en valor pronto representan alrededor de US$8.000 a US$10.000 millones. En los últimos cinco años, hemos logrado duplicar nuestra producción de cobre pasando de 1.2 a 2.4 millones de toneladas de cobre, gracias al aporte de operaciones como Las Bambas, Constancia y Ampliación Cerro Verde. Deberíamos seguir en ese camino por el bien del país.

Una preocupación actual en el sector es la producción aurífera, en franco declive en el país. ¿Perú está ad portas de perder su posicionamiento como líder en producción de oro en Latinoamérica?
Se sabe que nuestro país viene acortando su cuota productora de oro en los últimos años debido al agotamiento de reservas y a la ausencia de nuevos hallazgos en nuestro territorio. Del 2010 al 2019 nuestra producción de oro ha disminuido en más del 20%, un tema que debemos tomar en cuenta. En ese sentido, una tarea en la que debemos enfocarnos es en promover mucho más la inversión en exploración y darle predictibilidad al marco normativo que regula este rubro.
La industria minera en el Perú, desde la perspectiva de los empresarios, ¿es una actividad respaldada por los gobiernos o no? ¿O se sienten abandonados en muchos casos?
Si bien en estos últimos años, el gobierno ha dado muestras de querer impulsar el sector minero al liderar propuestas como la “Visión de la Minería al 2030”, hoja de ruta que contiene los desafíos del sector en esta década, creemos que es necesario se haga un mayor seguimiento y acompañamiento para incidir en los puntos claves de este documento, sobre todo en materia de competitividad, para atraer más inversiones al país.
¿La minería debe adaptarse a un mundo post COVID-19 o a uno con frecuentes brotes de este y otros virus?
Es momento de empezar a pensar en un Perú post pandemia. Ello requiere el trabajo unido de la academia, de todas sus instituciones, de todas nuestras industrias. Debemos pensar en un nuevo país donde se reconozca a la industria minera como un aliado clave para salir exitosos de esta guerra, y quizás la única vía rápida para asegurar ingresos adicionales y recuperar nuestra economía. Necesitamos un país con más salud, con más educación, con más bienestar social, con más oportunidades para todos.
La consultora CRU acaba de comunicar que el precio de los commodities aún no tocan fondo, con China creciendo solo 1.6% este año, con un EEUU y una Europa en rojo. ¿Qué se puede hacer desde Perú, diminuto para el mercado mundial, para soportar la tormenta?
Considero que seguiremos observando fluctuaciones en el precio de los minerales. Se espera un escenario más optimista recién para el segundo semestre del año, con la recuperación de China, que tiene una creciente necesidad de fabricar computadoras para seguir con la educación a distancia. Otro punto fuerte es el incremento de la nueva red 5G, que demandará la construcción de torres de transmisión adicionales, lo cual debería estimular los envíos del cobre. Pero, como dije anteriormente, somos una industria preparada para soportar estos vaivenes.

¿Cree usted que el sector empresarial en general, en el Perú, es el “saco para golpear” en estos momentos, como dijo no hace mucho la exministra de Economía y Finanzas Claudia Cooper en un Jueves Minero?
El sector privado será clave para salir de esta difícil coyuntura, eso es claro. En ese sentido, el gobierno no solo debe darle un mayor respaldo, sino propiciar una mayor coordinación con las empresas de las distintas industrias para lograr mejores resultados en esta difícil coyuntura.
¿Debería el Minem actualizar su información? ¿Debería mirarse al espejo y aceptar que este año, de los seis proyectos mineros con posibilidades de concretarse, acaso ninguno lo hará?
Creo que es necesario que el Minem empiece a sincerar cada uno de estos emprendimientos con sus respectivos titulares para actualizar la viabilidad de los mismos y ver cómo pueden apoyar para lograr sacarlos adelante. Lógicamente ante este nuevo contexto, proyectos nuevos como Corani seguramente van a tener costos más altos de financiamiento.
Permítame una última pregunta. Le consulté sobre las tecnologías, pero ahora, quisiera preguntar sobre las políticas públicas. ¿Es también el momento para tener una Ley de Minería acorde con la realidad, una en la que prevalezca la ciencia y no los apetitos políticos?
Una nueva Ley General de Minería sería una oportunidad para debatir e insertar dentro de la visión de desarrollo de nuestro país, la promoción de una minería más competitiva y sostenible socialmente, pero este no sería el momento idóneo para ello. Esta coyuntura originada por el COVID-19 y el ambiente político no es el más apropiado para disertar al respecto. Más bien debemos enfocarnos en respaldar a industrias como la minera que nos ayudarán a salir con mayor celeridad de esta crisis.
Autor: Jean Pierre Fernandez (jpfernandez@prensagrupo.com)