
El impacto económico en Hudbay va más allá de la coyuntura actual, dijo Javier del Río, vicepresidente de negocios para Sudamérica de Hudbay Minerals. Los permisos, debido a la pandemia, toman más tiempo que el usual, ya de por sí burocráticamente extenso. En Perú, según la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, un proyecto minero debe conseguir más de 200 permisos de más de 28 entidades públicas distintas. Para Javier Del Río, esta lenta tramitación de los permisos es una desventaja competitiva que tiene años sin ser resuelta y dificulta las inversiones en el país.
«No podemos perder un dólar de inversión que puede ayudar a los hogares peruanos», reclamó el ejecutivo en una conferencia virtual organizada por el Colegio de Ingenieros del Perú. «En Chumbivilcas tenemos tasas altísimas de desnutrición y analfabetismo y no ejecutamos el total del presupuesto público; en el Perú falta trabajo, mejorar el sistema de salud, infraestructura… urge simplificar el marco normativo para el desarrollo de nuevos proyectos; miles de millones de dólares están estancados».
Para el ejecutivo de Hudbay es «inaceptable» que «la minería formal y responsable esté bajo un estricto control gubernamental» mientras que la minería ilegal opere «impunetemente». Para Javier Del Río, «lo que sucede con la deforestación de la Amazonía es vergonzoso». Y añadió: «La minería es el motor de la economía peruana y ha quedado en evidencia ahora más que nunca».
La mina de cobre Constancia de la canadiense Hudbay dejó de producir por dos meses, obligada a hacerlo por la cuarentena. Este parón insólito le ha dejado días de producción irrecuperables y US$12 millones en costos hundidos pues durante ese tiempo tuvo que seguir pagando el salario al personal. El reinicio de actividades también ha reconfigurado su estructura de costos: según Javier Del Río, hasta junio la empresa tuvo que recurrir a caja para invertir US$2 millones para la prevención del COVID-19 y «lo consideramos responsabilidad empresarial», aunque «dejamos de producir y vender 62.000 toneladas de concentrados».
Como todas las grandes empresas en el Perú, Hudbay aloja a sus empleados en hoteles por siete días, toma una prueba rápida al segundo día, una molecular al cuarto, y luego llena buses y aviones a la mitad de su capacidad de aforo para, superadas las pruebas, trasladarlos a la faena minera. En la operación las medidas de seguridad son aún más estrictas. Más o menos, Hudbay repite la misma operación cuando el trabajador, culminado su turno de rotación, debe abandonar la faena.
Empero, aunque actualmente la mina Constancia, acantonada en la provincia de Chumbivilcas, en la región Cusco, opera a un ritmo de 90.000 toneladas de mineral por día, lo que le quita el sueño al ejecutivo es «el creciente número de casos que pueden resultar en ausentismo no solo con las mineras sino también con los proveedores de bienes y servicios en toda la cadena de valor».
Javier Del Río se explica: «Imaginemos que los trabajadores esenciales de Constancia —operadores de camión, de pala, instrumentistas de planta, cocineros, choferes y demás— o que la fábrica de cal no pueda enviar su producto por problemas internos. Esto podría limitar seriamente el aspecto productivo. Obviamente hemos tomado medidas para reducir el riesgo, pero el riesgo está allí».
Autor: Jean Pierre Fernandez (jpfernandez@prensagrupo.com)