CERRO DE PASCO: VALIOSO TESTIMONIO SOBRE SUS MINAS

CERRO DE PASCO: VALIOSO TESTIMONIO SOBRE SUS MINAS

Por Mario César Pérez Arauco

Para tener una idea del incalculable valor de las  minas del Cerro de Pasco, reproducimos el interesante informe del influyente diario THE ECONOMIST del 15 de noviembre de 1902 para el  Gobierno y pueblo ingleses, el cual, al ser conocido, causó enorme revuelo por las revelaciones que formulaba

He aquí una parte: «(…) Hasta el año de 1630 un indio que cateaba en las montañas a una altura de quince mil pies, descubrió una nueva mina -la mina del Cerro de Pasco- que viene desde entonces produciendo gran cantidad de plata y que la produce todavía. Esta mina, con todo,  no es solamente una mina de plata; bajo sus hondas y profundas capas de mineral argentífero, yacen áreas casi iguales de cobre y cantidades de plomo, de zinc, de bismuto, de magnesio, de oro y de casi todos los minerales que se conocen en la tierra».

            «En verdad no es exageración declarar que a ese indio debemos el descubrimiento de uno de los más valiosos y mayores yacimientos minerales que el mundo ha conocido»

            «Pasemos un intervalo de doscientos cincuenta años durante los cuales, despaciosamente, se iba labrando con el trabajo de los indios los actuales socavones del Cerro. Cientos de millones de toneladas de mineral han sido explotados. Los más pobres eran tratados en el mismo lugar con procedimientos primitivos, los más ricos se llevaban a lomo de llama a puntos menos elevados donde quizá se conseguía una extracción mayor. Pero sólo se trabajaba la plata. Hace muy pocos años, el progreso de las excavaciones en los yacimientos de mineral de plata condujo a éstas a un área de material cuprífero que resulta ser de un valor extraordinario y tener apariencia de gran extensión. Hoy el Cerro de Pasco es una gran mina de cobre, la mayor quizá de las que existen. Puede olvidarse uno que aquella ha sido una mina de plata durante doscientos setenta años y juzgar que estos vastísimos socavones de los que se han extraído con tanta abundancia el mineral de plata, fueron tan solo trabajos preparatorios con el objeto de alcanzar la riqueza que hoy aparece. No estamos en la edad de la plata. Suponemos que el mineral argentífero existirá en los socavones actuales por centenares de miles de toneladas. Si lo más valioso de éste se ha sacado ya, lo que resta por sacar promediará quizá unas nueve onzas por tonelada. Si su mineral de tal ley no remuneraría por sí solo el trabajo, como aporte para trabajar el cobre pudiera figurar con gran valor en el activo de la empresa».

            «Los yacimientos de cobre del Cerro de Pasco, cubren una área de una milla cuadrada. Son, sin lugar a dudas, los más ricos del mundo»

            «Cuando se descubrió la zona cuprífera, esta extensión se hallaba repartida entre centenares de diferentes propietarios, y el trabajo se realizaba por los indios contratados por los propietarios. Antes de mucho, cien tortuosos caminos en espiral descendían dentro del cobre y los naturales a medida que hallaban las más ricas manchas de mineral, lo llevaban a la espalda hacia las canchas que estaban en la superficie. Las tales canchas representaban un área tan extensa de mineral cuprífero que excitó la anexión de los mineros más avezados venidos a visitar el campo, y más cuando se vio que el valor mediado del mineral era de veinticinco por ciento de cobre más bien, más que menos, sin hablar del oro y la plata que contenían. La inspección de las minas o de los socavones que los naturales labraban, demostró no sólo que era enorme la producción de un mineral de veinticinco por ciento de riqueza, sino que el promedio del valor de toda aquella masa mineral era prácticamente, nunca vista en los grandes yacimientos de cobre».

            «Ahora pocos años, o sea que después que se hubo demostrado el gran valor de esta mina de cobre, y cuando los muchos pequeños propietarios del Cerro exportaban su mineral más valioso a lomo de miles de llamas, ahora pocos años, digo, LA PERUVIAN CORPORATION recibió la visita de un buen señor que habló a los directores de la Corporación inglesa, de la siguiente manera:

            «Señores: La Compañía que ustedes representan no parece prosperar; los ferrocarriles de ustedes apenas dejan algo y sus haciendas de caña, no dejan nada. El Perú va desacreditándose y ustedes lo acompañan de braceros; pero me cabe el orgullo de avisar a ustedes que está llamando la atención en la altiplanicie de los Andes, la mina más sorprendente de Sudamérica. El área de esta milagrosa mina se halla subdividida entre multitud de pequeños propietarios pero es segurísimo que toda ella o sus nueve décimas partes -cuando menos- pudieron comprarse por muy poca cosa. El ferrocarril a la Oroya que ustedes poseen, recoge la producción minera de la región; extendiendo este ferrocarril unas ochenta millas sobre la altiplanicie llegan ustedes a la misma mina que trata y recogen también toda la producción agrícola y minera de la región; ya en esta inmensa propiedad y el tráfico consciente, pueden ustedes ser dueños de sorprendentes caudales a precio Huevo (sic). Ruego a ustedes por tanto hacer estudiar sin demora, el proyecto que les indico, porque seguramente señores, el tal proyecto está llamado a enriquecerlos de sobra».

            «Pero este buen señor, personero de la PERUVIAN, contestó de la siguiente manera: «Joven: No alce tanto la voz que en este retiro, nuestro Director duerme la siesta; no son tan jóvenes ya ni suspiran por nuevas aventuras. ¿De dónde pudiéramos sacar nosotros dinero para otro ferrocarril? Además no abrigamos la esperanza ni la ocurrencia de ustedes en cuanto al valor del Cerro de Pasco. ¡Buenas tardes!

            «Así fue cómo el inglés presuntuoso y adormecido, desperdició también la oportunidad que se le ofrecía. A su tiempo, un sindicato norteamericano encabezado por el mayor capitalista minero de los Estados Unidos, apareció en escena y se hizo dueño de todo. Su primera compra fue como de ochenta y cinco por ciento de toda el área del Cerro de Pasco, por lo cual, pagó seiscientas mil libras esterlinas. Desde entonces me dicen que el  Sindicato ha comprado nuevos terrenos, pagando por ellos un precio proporcionalmente mayor. Parece que piensa invertir un millón y medio de libras esterlinas, antes de producir una sola tonelada de cobre.»

            «Mis impresiones del Cerro de Pasco están frescas aún. Inspeccioné las minas en agosto y aunque sólo visité una parte de los socavones que en el yacimiento cuprífero se han hecho, pude formar opinión de que ésta sin duda alguna es la más cuantiosa mina y la más rara que en el mundo ha sido. La profundidad del mineral superficial de la plata es como de doscientos pies. Más abajo viene la zona de cobre cuya hondura, aunque indeterminada aún, es probablemente otro tanto.  Sólo Dios sabe lo que hay debajo de ésta..!…¡Lo más saltante de estas manchas de mineral cuprífero, es su riqueza. Los indios sólo trabajan el metal más rico. El valor de lo que hasta ahora han exportado es alrededor de veinticinco por ciento, la mayor parte de lo que han desechado por demasiado pobre, contiene valor de doce a quince por ciento; y parece haber de esto millones de toneladas. Mientras no se ensanche y certifique la producción, parece prematuro predecir lo que hay en la mina, pero no veo por qué dentro de muy pocos años la mina del Cerro de Paso esté produciendo unas cuatro mil toneladas de cobre cada mes. Comparadas pues con las del Cerro, las mejores minas del BUTTE son pobrísimas y en cosa de cinco años, cuando tales centros productores como el de Anaconda, se hallen en las postrimerías, tamaña extracción en el Perú compensará de sobra para Norteamérica cualquiera necesidad del metal que sus industrias requieren».

            «Resumiendo: Desde el punto de vista minero, todo lo que antecede, la mina del Cerro de Pasco es sencillamente una maravilla».

            «El clima de la altura es penosísimo para los blancos y constituye contra esos lugares un inconveniente muy grande que haría improductiva cualquier riqueza menor que la del Cerro de Pasco; los gastos de laboreo habrán de ser, pues, costosísimos. ¡Pero la fuerza bruta del valor irresistible…!.

THE ECONOMIST. Editorial de 15 de noviembre de 1902.

Este artículo apareció en la edición 57 de la revista Energiminas.

Autor: Jean Pierre Fernandez (jpfernandez@prensagrupo.com)