Por Ronny Torres Czerniak
Jefe de Responsabilidad Social de Fenix
Abrir el caño y encontrar agua en cantidad y calidad suficiente para satisfacer las necesidades básicas no es una realidad a la que acceden todos los ciudadanos del mundo. La escasez de agua afecta al 40% de la población mundial según Naciones Unidas.
Nuestro país no es la excepción, pese a que ocupamos el puesto 20 en disponibilidad hídrica a nivel global, casi 7 millones de peruanos consumen agua no potable.
Esta realidad, dramática por donde se le vea, tiene varias aristas que afectan en general el desarrollo social del país; incrementando la mortalidad en la niñez; la prevalencia y propagación de enfermedades asociadas a la falta de higiene, con consecuencias graves respecto al crecimiento físico e intelectual de la persona; esto último asociado al deterioro de la economía del país, al no contar con personal con todas las capacidades necesarias para aportar en la competitividad de las empresas.
Además, la restricción en el acceso a este recurso incentiva las migraciones y los conflictos; algo que los peruanos ya hemos vivido y que recordamos tristemente cuando hace unos años, para ganar votos, se exacerbaron los ánimos de un sector de la población buscando que decidiera, equivocadamente, entre el agua y el oro.
Lo cierto es que la problemática es compleja e involucra al Estado, que debe asegurar de manera urgente las inversiones y la gestión adecuada para democratizar el agua; a la sociedad en general, que asuma una conducta más responsable sobre el uso eficiente del recurso, en una lógica solidaria con el que menos tiene; pero también de preservación del medio ambiente para las generaciones futuras.
Las empresas también tienen un deber importante, buscando reducir su huella hídrica y generando en el marco de su enfoque de sostenibilidad, iniciativas de valor compartido con la población de su entorno, incentivando a la vez la creación de una cultura del agua.
Un ejemplo interesante de gestión hídrica desde el sector privado no viene necesariamente de una empresa del sector de agua o saneamiento; sino de una generadora de energía ubicada al sur de Lima, Fénix, que potabiliza diariamente agua de mar y la entrega gratuitamente a las autoridades en su área de influencia para su distribución, convirtiendo a este distrito en el único en el país en el que, parte de su población, consume agua de mar potabilizada.
Dicha planta, con una capacidad de producción de 2,000 m3 en Chilca, es la primera en el Perú en funcionar en beneficio de un grupo poblacional, y una entre las cerca de 18,000 que existen en el mundo,según la Asociación Internacional de Desalinización – IDA, y que satisfacen entre el 1 y 3% de la necesidad de agua potable a nivel global.
Ese procesamiento, que se realiza mediante la tecnología de ósmosis inversa, usa membranas por donde pasa el agua de mar a alta presión y que retienen el 99,5% de las sales disueltas que luego de la remineralización y desinfección permite obtener agua potable de alta calidad. Los impactos ambientales asociados a la captación del agua y la producción de salmuera se mitigan con tecnología que garantiza la no afectación al ecosistema marino.
Los beneficios que trae consigo el acceso al agua de mar potabilizada son claros, ya que ambientalmente permite disminuir el estrés hídrico, recuperando la napa freática y con ello el potencial productivo de los suelos, sobre todo en áreas costeras.
Además, el acceso al agua en cantidad y calidad suficientes permite que problemas como la desnutrición, anemia o las enfermedades diarreicas agudas retrocedan, propiciando la reducción de la mortalidad infantil, la mejora del rendimiento escolar y la adecuada formación de los estudiantes, entre otros beneficios.
Del mismo modo, se dinamiza la economía local, con el establecimiento de emprendimientos que incrementan los ingresos de las familias.
En el Perú ya existen proyectos para instalar más plantas de potabilización en el país, PROVISUR, por ejemplo, buscará solucionar el problema de acceso al agua en los distritos costeros al sur de Lima Metropolitana. También, desde el sector privado, unidades mineras ya están procesando agua de mar para sus operaciones, como sucede en la Unidad Minera Cerro Lindo en Ica.
Tía María también busca sentar otro precedente con el procesamiento diario de 20 000 m3 de agua de mar para su operación, desterrando la percepción de competencia por el agua con los pobladores del lugar.
Los retos aún son grandes. Es necesario concentrarnos en dar solución a problemas pendientes como el ingreso del agua en la economía circular. Necesitamos convertir la línea en una curva y llegar a la reutilización del agua de manera eficiente, no sólo desde las lagunas de oxidación, los efluentes industriales o la agricultura (que utiliza el 80% de agua potable); sino también desde los negocios pequeños, las escuelas y en cada hogar.
Debemos actuar con energía ante el problema del agua, teniendo en cuenta el presente y el futuro del país.
Este artículo apareció en la edición 72 de Energiminas, que puedes consultar aquí.
Autor: Jean Pierre Fernandez (jpfernandez@prensagrupo.com)