La minería subterránea ha tomado un dirección: tecnología y descarbonización.
La gran minería nunca descansa en su tarea de bajar los costos de producción. El control y la automatización juegan un rol clave en todos los procesos productivos de la minería. Su evolución no se detiene y apunta a integrar cada vez más, y a mayor profundidad, todo lo que ocurre en la mina. Los expertos en este campo hablan de una minería “inteligente” y cada vez más autónoma. Con el paso del tiempo, no será sorprendente calificar toda una operación minera, a tajo o de socavón, de gigante robot minero.
Las más importantes minas subterráneas del Perú no son tan grandes ni profundas como las de Chile o Sudáfrica, pero sí igual de modernas y eficientes. En el Perú, actualmente se explotan más de 120 minas subterráneas lo que representa. La producción de las minas subterráneas es importante mas no llega al nivel de las de tajo abierto, porque estas últimas son operaciones a gran escala que demandan equipos y maquinaria gigantesca.
Mientras las minas a tajo abierto trabajan yacimientos masivos con leyes menores, la minería subterránea trabaja yacimientos de tipo filoneano, en mantos o lenticulares de mayores contenidos de leyes en su mineral, pero cuyo tamaño y ubicación en profundidad hace que no sea económica una operación a tajo abierto.
Las minas más profundas del Perú son Yauliyacu, de la empresa minera Los Quenuales, Uchucchacua, San Rafael, Cobriza y Poderosa. Todas superan los mil metros de profundidad. Hay muchas más y es imposible e innecesario nombrarlas a todas. El minado en las profundidades se hace con principios distintos al de tajo abierto. En los túneles se requiere otro tipo de profesionales, con conocimientos de geología, geotecnia, mecánica de rocas, soporte subterráneo, ventilación subterránea, nociones de block caving y, por descontado, automatización de equipos.
El ambiente subterráneo es muy nocivo para las personas; el polvo, los gases tóxicos y la falta y hasta ausencia de luz ponen las vidas de estas en peligro constante. Como respuesta a ello, la industria ha hallado la solución: la automatización de los procesos. El futuro de la minería, se ha dicho repetidamente, será robótico y automatizado.
Con todo, los grandes avances hacia la automatización completa en minas subterráneas los están dando empresas como Rio Tinto y BHP Billiton que ha instalado unos 10,000 sensores en una de sus operaciones bajo tierra, un yacimiento en Arizona situado a más de 2,000 metros bajo la superficie, lugar en el que la temperatura alcanza los 70°C. Unos US$350 millones ha gastado Resolution Copper, el joint venture entre Rio y BHP, para alcanzar estas profundidades en poco menos de seis años de paciente espera a través de un ascensor.
Los sensores supervisarán que la temperatura corporal de los empleados no supere cierto límite biológico, monitorizarán las condiciones de los equipos y rastrearán el movimiento de rocas durante el proceso de excavación. Teravatios de data viajarán desde allí hasta la central de Rio Tinto, en la que será analizada desde una perspectiva holística. Para este proyecto se utilizarán solo vehículos autónomos. Serán automatizados los cargadores, los sistemas de manipulación y todos los equipos, y principalmente eléctricos.
Este tipo de cambios se dan en todas, incluso en las inmensas. El Teniente, la más grande mina subterránea del mundo, con más de 3,000 km de galerías bajo la superficie, ha comenzado un cambio. El yacimiento, explotado desde inicios del siglo XX, es una verdadera ciudad bajo tierra
Un hecho innegable es que la minería, como tantas otras industrias, hará (hace) la transición energética del petróleo al de las renovables. La “descarbonización” de los procesos en todos los sectores productivos es el mantra, y la tecnología, ahora, ha decidido apostar por esa vía. Existen muchas tecnologías renovables y se necesitan de todas ellas para cubrir las necesidades mundiales de energía.
“¿Alguna vez se ha preguntado cómo podría mantener su nivel de vida sin el petróleo y sus derivados?”, se pregunta Jorge C. Morales de Labra, autor del libro Adiós petróleo. Historia de una civilización que sobrevivió a su dependencia del oro negro, para luego responderse: “Una solución sería comprar una bicicleta estática y acoplarla a un generador eléctrico. En realidad, si hace cálculos, descubrirá que debería comprar unas cuantas, 24 de media para ser exactos, y pedalear en ellas de forma simultánea y sostenida para producir la misma cantidad de energía que consume de forma habitual, tanto en su domicilio como la necesaria para su transporte, la de usos comunes, como el alumbrado público, y la fracción que le corresponde por la consumida en su empresa”.
Las naciones con más apetitos geopolíticos y con deseos de permanecer en su ubicación de privilegio, y también las empresas, entienden que el futuro será verde o no será. El hecho que no ha pasado inadvertido para el influyente diario de derechas Financial Times, que eligió hace poco un caballo ganador de una guerra declarada en las sombras: la energía renovable y limpia por sobre la basada en los combustibles fósiles. El artículo lleva el encabezado de “The Big Green Bang: howrenewableenergybecameunstoppable” (“El gran estallido verde: cómo la energía renovable se convirtió en una tendencia imparable”). Un tipo de “estallido verde” también lo veremos más pronto que tarde en la minería subterránea.
La minería en Argentina, en Chile, Colombia, Ecuador o Brasil, no es ajena a lo que sucede en la región. Una contienda en común en todos estos países, como en el Perú, que es la del diálogo. Pero como en Perú, en Argentina es necesario “romper con viejos paradigmas” con respecto a la estructura de la educación, preparar a las nuevas generaciones para el cambio tecnológico que se viene. Que ha llegado.
El futuro está en demandar una minería con menos agua, con menos desechos y con más participación de las comunidades. Desde muchos frentes, pregonan los entendidos que el camino correcto de la minería es el de las energías limpias. En Canadá se trabaja en un proyecto minero subterráneo y totalmente eléctrico. En tanto que eléctrico, no necesitará un sistema de ventilación y los túneles serán mucho más pequeños. Todos estos detalles reducen los costos, y si tiene éxito, ya sabemos que habrá detrás una manada ansiosa por replicar un modelo de explotación más sustentable y sólido.
En un extenso artículo publicado en la revista The New York Times Magazine, el periodista tres veces ganador del Pulitzer Thomas L. Friedman, escribiendo sobre la actual situación energética, declaró que Estados Unidos necesita de una “ideología verde”, capaz de poner en pie de guerra a liberales y conservadores por igual, a evangélicos y ateos, a las multinacionales y a los ambientalistas alrededor de una agenda en común, que es la de salvar el mundo. Pues, salvando las distancias, la industria minera necesita algo parecido. Una “ideología minera verde” e intensa en tecnología si acaso quiere seguir siendo preponderante en un mundo tan cambiante como el que habitamos, el único por el momento.
Este artículo apareció en la edición 70 de la revista Energiminas que puedes leer aquí.
Autor: Jean Pierre Fernandez (jpfernandez@prensagrupo.com)